
Un trabajo especial para el Parque Tricao
Share
Cuando Parque Tricao me invitó a retratar su magia y llevar productos al bazar, me llené de emoción. Armé la ilustración solicitada, empaqué tazones enlozados, estuches de lino, lindas poleras de algodón y me fui a la V región con la playlist de carretera y un tremendo entusiasmo.
Al llegar disfruté de la luz dorada de Santo Domingo como bañaba el bazar, un lugar perfecto para instalar nuestra pequeña galaxia de flora y fauna chilena. Entre artesanía local, libros y bellas plantitas del lugar, nuestro loro tricahue, se robó todas las miradas. Mientras pegaba la última etiqueta, escuché los cantos de las aves, de a poco el lugar de llenaba de gente y el maravilloso sol nos acompaña en un tibio día invernal.
Una vez que entregué todo el lindo trabajo que realizamos durante una semana intensa, me fui solo a disfrutar de este tremendo parque como el premio mayor. Pase por el primer mirador que fue la gran inspiración para la ilustración iconográfica que realicé y bajé al restaurante y las playas que tenían una maravillosa vista a la laguna.
Enseguida, me fui a lo que me tenía más ansiosa de conocer, el aviario. Bastó cruzar la entrada sellada para que el sonido cambiara de inmediato: un coro de trinos, chasquidos y susurros de alas. Los senderos suben en zigzag; cada terraza es un escenario distinto. Al principio me recibieron faisanes que desfilaban como si el mundo fuese su pasarela privada. En el riachuelo apareció la ibis escarlata, vestido de rojo intenso, recordándome a nuestra querida bandurria. Conforme avanzaba, surgían turacos de cresta roja, cardenales, tórtolas de collar y unos mirlos que brillaban al sol como tinta fresca. La cúspide de la quebrada ofrecía premio especial: un puente colgante con vista panorámica a todo el lugar rodeado de cotorras coloridas y un sonido intenso de aves majestuosas.
La tentación de seguir conociendo se mezcló con la curiosidad de probar la balsa que partía en el muelle Tricahue hasta en una playita escondida que desemboca en el humedal Giverny. Allí, garzas y patos comparten escenario con totoras y la brisa trae olor a sal y tierra mojada.
El sol comenzó a esconderse, bajo el frío invernal y terminé la jornada en la playa de Santo Domingo. El sol se despedía tiñendo el mar de naranjos y rosas, y yo repasaba mentalmente cada detalle hermoso que viví. No hay mejor laboratorio creativo que la naturaleza misma, con su belleza e inmensidad.
Volví a casa con el auto cargado de arena y nuevas ideas. Los bocetos ya se transforman en láminas, y los nuevos diseños pronto estarán volando hacia hojadeparra.cl para que tú también puedas llevarte un pedacito de esta experiencia. Si planeas visitar Parque Tricao, deja que la curiosidad sea tu guía: tómate tiempo para el aviario, navega sin prisa la laguna y quédate a ver cómo el sol pinta el horizonte. Prometo que la inspiración vendrá sola… y quizá regreses con un tricahue estampado en tu taza favorita.
Dónde queda el parque? Avenida Las Brisas, 4,25 km, Santo Domingo, Valparaíso
Compra tus tickets con antelación: www.tricao.cl